Mi compañero

En el verano de 2009, Daniel mi primo regresó de un viaje de varias semanas a Asia y al medio oriente con su familia. Entre los lugares que visitó están la India y Nepal y recuerdo que lo primero que me platicó al regresar es que había volado sobre el Everest. Me contó como tomaron un avión en Katmandú que sobrevoló la montaña más alta del mundo y me compartió la emoción que vivió al estar tan cerca de la cima que yo había caminado en dos ocasiones.


Fue en septiembre de ese mismo año que Daniel dejó de estar con nosotros. De entre de la tristeza que vivimos surgió una idea: ¿sería posible que una pequeña parte de sus cenizas vinieran conmigo en la expedición de este año? Para mi, esto va mucho más allá que simplemente esparcir la última parte física que nos queda de él. Es llevar como compañero a mi primo, dar cada paso juntos, compartir el frío, el esfuerzo y la aventura. También para mi es recordar durante todo el camino el entusiasmo y alegría que siempre tuvo Daniel con todos los que lo conocieron y que su memoria me aliente a continuar con el ascenso por más difícil que se vuelva la marcha.


Si la fortuna nos sonríe, tal vez lleguemos Daniel y yo a la cima del Everest. No lo sé. Sin embargo estoy seguro que de lograrlo, parte de él llegará a ese lugar mágico que el verano pasado vio tan solo desde la ventana de un avión y quedará en el que ciertamente es uno de los lugares más bellos del planeta. ¡Vamos Morro!

En solitario mas nunca solo


Siempre me ha gustado escalar el Iztaccihuatl por la noche. Para mi es mágico poder salir de la oficina a las cinco de la tarde, escalar toda la noche y estar de vuelta en la oficina a las nueve de la mañana. Para mí que no vivo del alpinismo, es indispensable adaptar mis salidas a los tiempos que me permite la oficina.


Después de haber trabajado durante todo el lunes, salí junto con mi papá rumbo a Paso de Cortés entre el Izta y el Popo. Eran cerca de las ocho de la noche cuando terminamos de pagar nuestra entrada al parque nacional. Media hora después me encontraba listo para caminar toda la noche.
Siempre había subido al volcán acompañado pero en esta ocasión, por ser lunes en la noche tenía en la necesidad de subir en solitario. Estaba equipado con casco, piolet y crampones, radio, celular y GPS. Mi papá se quedó a dormir en La Joya, listo para apoyarme en cualquier instante en que fuera necesario. Por esto, aunque subía en solitario, nunca me encontraba solo.

En el estacionamiento al inicio del camino no había ningún otro coche. Tampoco me encontré a nadie en el refugio a la mitad de la montaña. Tras seis horas de marcha en la noche, llegué al punto más alto del Iztaccihuatl. Es raro imaginarse ser la única persona en toda la montaña y estar parado en la cima.

Ya en la madrugada del martes regresé de nuevo a la camioneta donde mi papá se encontraba dormido. Tan pronto llegué, nos pusimos en marcha de regreso a la Ciudad de México, para comenzar un nuevo día de trabajo.

La salida a Nepal sigue programada para el martes 30 de Marzo.









Lección de vida: Si la vida te da limones, haz limonada

Hace cuatro años soñé con hacer una doble travesía en el Everest. Esto significaba subir por una cara de la montaña hasta la cima, descender por el lado opuesto y después de esperar buen clima, volver a subir hasta la cumbre y regresar al lugar donde inicié. En 2008, China fue cede de los Juegos Olímpicos y no se dieron permisos para subir por ese lado de la montaña. Sin embargo, conseguí subir el Lhotse (cuarta montaña más alta del mundo) y el Everest, con 5 días de diferencia.

Algo similar sucedió en 2009 y al no haber seguridad de tener los permisos, solamente llegué hasta el campamento base del lado de Nepal. Regresando comencé a planear el intento de la doble travesía para este año, pero con reservas por las experiencias de los últimos dos años.

Cuando en diciembre de 2009 me avisaron que no sería posible tener permisos para atravesar de un lado a otro de la montaña, me di cuenta de algo: la vida me estaba dando limones, ¿por qué insistir en hacer otra cosa? Fue entonces cuando decidí replantear mi meta y hacer limonada. Este año estaré intentando un doble ascenso al Everest que consiste en lo siguiente: viajar a China y subir por el lado norte de la montaña para llegar hasta la cumbre, bajar por el mismo lado, tomar un helicóptero que me deje en la base del lado sur de la montaña y finalmente subir de este lado a la cumbre por segunda ocasión en la misma temporada.

La expedición iniciará el 30 de marzo y espero estar de regreso a México en los primeros días de junio. Mientras tanto estaré subiendo al blog videos de cómo voy entrenando semana con semana. Te invito a acompañarme en esta aventura y a ser parte de esta experiencia. Es más divertido exprimir los limones cuando la limonada se comparte con alguien más.

Final

A finales de 2007, habiendo subido en una ocasión a la cumbre de la montaña más alta del mundo, me fijé el objetivo de realizar una Doble Travesía en ella y así completando un proyecto que nadie antes había logrado. 2008 trajo consigo a las olimpiadas en China y esto me llevó a realizar un ascenso al Lhotse y nuevamente al Everest con tan solo 5 días de diferencia. Para este año, tenía la esperanza de que ya se hubiera estabilizado la situación de Tibet pero, cumpliéndose 50 años desde la salida del Dalai Lama, no había certeza de poder realizar el proyecto con seguridad.

El trek al Campamento Base que acabo de finalizar, me ha servido para dos cosas. Primero, logré platicar con las personas que estarán a cargo de la logística de la expedición y en cuyas manos estará mi vida una vez que intente cruzar de Nepal a China y viceversa pasando por la cumbre del Everest. Son bastantes las cosas que hay que prever y cada detalle que se deje al azar es un accidente en potencia. Por esta parte, me siento tranquilo y confiado de que estoy en buenas manos.


Segundo, regresar a la base de la montaña me ha hecho darme cuenta de lo determinado y comprometido que estoy conmigo para la realización de este proyecto. Suele suceder que nos cuesta trabajo mantenernos concentrados una semana o un mes, en algún propósito. La Doble Travesía va a ocupar casi tres años de mi vida y por suerte me encuentro tan motivado como el día en que por primera vez me soñé haciéndola. Tan sólo me quedan 320 días para regresar a Nepal.

Gracias por compartir estas dos semanas conmigo. Aunque caminaba por mi cuenta entre senderos por los picos más altos del mundo, en ningún momento me sentí solo sabiendo que hay tanta gente acompañándome a través de este blog.


Hasta pronto.

Campamento Base a Lukla

El regreso desde el Campamento Base hasta Lukla, cerca de 90km, lo recorrí en tan solo dos días. Lo conseguí caminando cerca de nueve horas por jornada y aunque el camino es principalmente de bajada, hay algunas subidas pesadas que me hicieron detenerme a respirar. Pasé por Gorak Shep, Lobuje, Thugla y Pheriche. En este lugar, se encontraban algunos alpinistas de Asian Trekking que bajaron para descansar antes de intentar subir a la cumbre del Everest. Entre ellos estaba Apa Sherpa, quien ha subido en 18 ocasiones a la cima de la montaña más alta del mundo y sigue conservando este record.

Hace un año, cuando yo bajaba del Lhotse y esperaba para subir al Everest, me encontré por primera vez con Apa en el campamento 2. Esa vez, por las circunstancias, sólo cruzamos algunas palabras. Ahora, nos dedicamos durante toda la comida a hablar de los planes de cada uno y antes de que continuara mi camino, me pidió mis datos para ver si podemos intentar la Doble Travesía juntos el próximo año. Para cualquiera sería un privilegio subir con él.




Tal como se pronosticaba, esos dos días estuvo nevando en las zonas altas y lloviendo en las partes bajas del Khumbu por lo que tuve que completar mi recorrido empapado. Lo que más me preocupaba es que se fuera a dañar la guitarra por la humedad.







Ya en Lukla, no dsejó de llover toda la noche y para la madrugada era obvio que el vuelo que tenía programado para las 6am se iba a posponer. Muchas veces por el clima se llegan a cancelar los vuelos durante varios días. Estaba en mi destino volar ese día y para la comida ya me encontraba de regreso en Katmandú, habiéndome bañado por primera vez en 10 días.











El día que llegué al Campamento Base del Everest, y me dirigí a la zona donde se encuentra Asian Trekking, los sherpas me recibieron con mucho cariño, pero, atrás de la sonrisa al saludarme, se veía la tristeza de haber perdido a su amigo, su compañero y su hermano. Me recibieron Pertemba y Dawa Steven, con quien subí el Lhotse y Everest el año pasado. Pronto comprendí que no podría hacer mucho para ayudar a recuperar el cuerpo. Sin permiso y sin equipo, tendría que verlos desde el campamento base.



En ocasiones anteriores, y como creo que a muchos nos ha pasado, acciones que parecen insignificantes en un momento tienen consecuencias inesperadas. Bill Burke es uno de los alpinistas de Asian Trekking que está tratando de subir este año (está intentando por tercera vez). Cuando supo que yo iría al campamento base, decidió posponer un día el ascenso al campamento 2 que tenía planeado y así podernos ver. Por esto, no se encontraba en la zona de la avalancha cuando murió el sherpa.

Uno de mis objetivos para este viaje es ver a las personas que año tras año están aquí ya sea guiando, escalando para los patrocinadores o cualquier otra razón. Por la tarde del primer día fui visitando varios campamentos, entre ellos el de Alpine Ascents donde saludé a Vern Tejas y a Elli Henke, Lakpa Rita Sherpa, Cheewang Nima Sherpa y Kanmi Rita Sherpa. También pasé a ver a Willy Venegas y a Melissa Arnot.

En mi segundo día en el campamento, hubo otro intento por recuperar el cuerpo de Lakpa Nuru. Encontraron en una grieta su segunda bota, todavía con los crampones amarrados. Pasé prácticamente todo el día platicando con Dawa Steven y Bill Burke pero principalmente conversando sobre los detalles para mi expedición del próximo año. Por la tarde, nos invitaron a una fiesta en el campamento ruso donde celebraban el Día de la Victoria. Al principio me pareció una escena bastante rara: un grupo de 20 rusos tomando vodka y cantando en el karaoke. Pero pronto vi que habían otros invitados en el comedor y me sentí bastante afortunado de estar entre los principales representantes del alpinismo en los himalayas: Russell Brice, Kari Kobler, Alex Abramov, Victor y Nicolai. Sólo faltaban Henry Todd y Todd Burelson.

Saliendo de la fiesta, nos encontramos con la luna llena iluminando los himalayas. El reflejo de ésta en la nieve creaba un paisaje surrealista que era perfeccionado por las estrellas brillando como diamantes rebeldes.



Dormí poco esa segunda noche porque había prometido a Bill Burke que estaría despierto para despedirlo cuando por fin subiera al campamento 2. Eran las 4 de la mañana y el sol todavía no se asomaba. Tras despedirnos, Bill y Mingma Sherpa caminaron hacia el glaciar y volvieron a subir la cascada de hielo. Sólo por internet podré saber si lograron subir a la cumbre en algunas semanas.



Me volví a recostar en mi tienda de campaña para descansar unas horas más. Después de desayunar, me despedí de todo el staff de Asian Trekking al que con suerte estaré viendo de nuevo en tan solo 11 meses.

Everest – Campamento Base

Logré dormir ocho horas en Pheriche y sintiéndome mejor, a las 5:30am inicié el camino de vuelta al Campamento Base. Afortunadamente, no tuve problemas para respirar en todo el día. Pasé Lobuje muy temprano y antes de lo que esperaba llegué hasta Gorak Shep. Platicando con algunas personas me dijeron que había ocurrido un accidente el día anterior en la cascada de hielo del Khumbu. Para cuando llegué al Campamento Base ya conocía la historia completa. Alrededor de las 10am, un grupo de tres alpinistas y un sherpa fueron golpeados por una avalancha que los dejó completamente enterrados y dentro de grietas. Entre los alpinistas estaba Walter Laserer, el Austriaco con el que estuve en 2008. Este había pasado una hora atorado boca abajo en una grieta y finalmente fue rescatado, golpeado y en shock pero vivo.




Desafortunadamente el sherpa, Lhakpa Nuru murió y no encontraron su cuerpo. Todos son miembros del equipo de Asian Trekking, con el que escalé el año pasado y recuerdo muy bien al Sherpa. Dawa Steven Sherpa y Pertemba Sherpa me recibieron en el Campamento Base. Me tenían lista una tienda de campaña y un sleeping bag para pasar la noche. Poco a poco se fueron acercando conmigo los Sherpas para saludarme y para platicarme su versión del accidente. Por un lado, estoy contento de haber llegado hasta aquí pero obviamente triste por la pérdida del Sherpa.





Voy a pasar dos noches en el campamento y mañana habrá una última búsqueda del cuerpo de Lhakpa Nuru y aunque no tengo equipo ni permiso de escalar voy a ver de qué forma puedo ayudar.



Dos noches en Lobuje para el olvido

Esa primera noche en Lobuje me costó mucho trabajo respirar. Cuando empezaba a quedarme dormido me despertaba con una apnea para meter más aire a mis pulmones. Cuando se sigue un proceso normal de aclimatación el cuerpo se acostumbra poco a poco a la falta de presión y oxígeno. Sin embargo, al subir tan rápido no pude conseguir adaptarme y esa primera noche no pude dormir ni un minuto.

Cuando empezó a amanecer tomé dos decisiones. Primero, no seguiría subiendo hacia el campamento base ese día y dependiendo de cómo me sintiera durante la mañana, pasaría otra noche en Lobuje o bajaría hasta Pheriche. Segundo, comenzaría a tomar Diamox, un medicamento que incrementa la frecuencia respiratoria pero con el efecto secundario que el cuerpo produce el doble o triple de orina.

Para el medio día no había empeorado la situación aunque me quedaba sin aire al hablar o al tratar de caminar rápido. Pensaba que por no haber dormido la noche anterior esa segunda dormiría durante horas y si despertara sintiéndome bien continuaría subiendo hasta el campamento base. Conforme pasaban las horas de la noche sentía la misma sensación de que el oxígeno que respiraba no era suficiente. A la mitad de la noche me empezaron a entrar ideas de que lo que tenía era edema pulmonar aunque nunca llegué a escuchar el burbujeo en los pulmones. La segunda noche no dormí más de una hora y escuché 116 canciones en el ipod.

Sin dudarlo, por la mañana empaqué mis cosas en la mochila y salí caminando en dirección a Pheriche donde se encuentra una de las clínicas del Himalayan Rescue Asociation en donde atienden a pacientes con enfermedades de altura. Pheriche está 700 metros abajo de Lobuje y de inmediato comencé a sentirme mejor. En la clínica me hicieron varios exámenes y cuando la doctora me dijo que no tenía edema pulmonar sonreí por primera vez en dos días. Me pidió que siguiera tomando el Diamox y que volviera a utilizar el inhalador de Salbutamol que me permitió subir al Everest el año pasado.

Ya me siento mucho mejor. Mi plan es pasar la noche en Pheriche y si duermo y me siento bien, subir mañana a Lobuje, Gorak Shep y al campamento base para pasa sólo una noche y regresar a tiempo a mi vuelo de Lukla a Katmandu.



















Manjo a Tengboche y

Este día me encontré con las subidas mas pesadas de todo el viaje. Primero tuve que pasar por la oficina de los guardaparques para mostrar que mi permiso estaba vigente. Despues seguí caminando por el bosque, cruzando el Dhud Kosi (literalmente quiere decir Río de Leche por su color) varias veces en puentes colgantes que se mueven con el viento.

Tras dos horas de camino, se llega a la infame subida hacia Namche. Tal vez son sólo 700 metros de elevacion los que se suben, pero entre el camino que va haciendo zig-zag y el calor, se hace un recorrido bastante pesado. En Namche pasé varias horas usando el internet (ya bajó la tarifa de 20 rupias por minuto a 100 por media hora), saludando a conocidos y antes de continuar con mi camino comí con Nyima Tsiring en el Panorama, la casa de huéspedes de Lhakpa Doma.

En un itinerario normal hubiera pasado dos noches en Namche, incluyendo un día de descanso, pero por el poco tiempo que tengo disponible para este viaje, tuve que continuar caminando hasta Tengboche esa misma tarde. Aunque el camino en su mayoría es plano, hay una última subida de hora y media en la que por primera vez me sentí completamente cansado y a cada paso me reclamaba a mi mismo por haber traido una guitarra, computadora, PDA, teclado, teléfono satelital y 6 cargadores. Con gusto los hubiera botado a la mitad de la subida.

Tengboche a Lobuje

Me despertaron las campanas y cornetas del monasterio a las 6:30am. No llevaba más de una hora dormido.

Este año no tuve oportunidad de entrenar mucho para este viaje. Pasé tres semanas usando muletas por el esguince que tuve en el tobillo y prácticamente no pude hacer nada de ejercicio. También estoy recorriendo en un solo día lo que normalmente se hace en dos.

Continué mi camino por el valle del Khumbu. Pronto se terminó el bosque y comenzó el desierto alpino. A medio dia me encontraba en Pheriche y aunqe solo había caminado tres horas ya no tenía ganas de continuar. Sentía una pesadez que no me dejó comer casi nada en la casa de Ang Nuru Sherpa. Tan solo faltaban tres horas para llegar a Lobuje pero la difererncia de altura es de casi 800 metros. No disfruté mucho el camino y al llegar al Eco Lodge me encerré en mi cuarto y no salí hasta la cena.

Creo que estoy subiendo demasiado rápido.

Vuelo a Lukla

Afortunadamente pude dormir hasta las 4am, sólo media hora antes de que sonara el despertador. Ya tenía mi mochila preparada y para las 5:30am estaba en el loby listo para ir al aeropuerto. En viajes anteriores, había tenido que esperar no mas de una hora para subir a la avioneta. Confiándome en esto chequé mi mochila como equipaje y me quedé tan solo con la guitarra y el ipod. El vuelo estaba programado para las 6:30am pero a las ocho de la mañana no había ninguna señal de que fuéramos a abordar. Poco mas tarde comenzo a llover y al ver que la espera iba a ser larga decidí salir de la sala de espera y pedir en el mostrador que me trajeran mi mochila para sacar un libro.

Al regresar a la sala de espera, había seguido entrando gente y no salían los aviones por lo que todos los asientos estaban llenos y tuve que conformarme con esperar sentado en el piso. No estaba tan ansioso por volar con mal clima porque en otoño del año pasado, en el mismo recorrido de Katmandu a Lukla que iba a hacer se estrelló una avioneta con 19 alemanes justo antes de aterrizar. Finalmente, 7 horas después de lo que estaba programado anunciaron la salida del vuelo. La llegada a Lukla es una aventura por si sola y siempre descanso una vez que se detiene el avión.

En una tarde completamente despejada caminé durante cuatro horas por los bosques de las zonas bajas del Khumbu hasta llegar a Manjo. Si el vuelo hubiera salido a tiempo, hubiera tratado de llegar hasta Namche. Sin embargo, la libertad y flexhiblidad que me da el venir sin un itinerario definido me permitió pararme en la primera casa de huespedes que vi cuando el sol se metió por detrás de las montañas.